- Director: Pedro Almodóvar
- Intérpretes: Cecilia Roth (Manuela), Marisa Paredes (Huma Rojo), Candela Peña (Nina), Antonia San Juan (Agrado), Penélope Cruz (hermana Rosa), Rosa María Sardá (madre de Rosa), Fernando Fernán-Gómez (padre de Rosa), Toni Cantó (Lola), Eloy Azorín (Esteban), Carlos Lozano (Mario).
- Productor: Agustín Almodóvar
- Dirección de producción: Esther García
- Guión: Pedro Almodóvar
- Fotografía: Alfonso Beato
- Montaje: José Salcedo
- Dirección artística: Antxón Gómez
- Decorados: Federico García Cambero
- Vestuario: Sabine Daigeler, José María de Cossío
- Maquillaje: Jorge Hernández, Juan Pedro Hernández
- Peluquería: Jean-Jacques Puchu
- Música: Alberto Iglesias
- Sonido: Miguel Rejas, José Bermúdez, Diego Garrido
- Efectos especiales: Antonio Molina
- Ganadora de los Goya a mejor película, director, actriz principal (Cecilia Roth), dirección de producción, montaje, música original y sonido; nominada en mejor actriz revelación (Antonia San Juan), actriz de reparto (Candela Peña), guión original, fotografía, dirección artística, diseño de vestuario y maquillaje-peluquería. Ganadora del Oscar a la mejor película extranjera y al mejor director y premio del jurado en el Festival de Cannes.
Sinopsis: Desatado, brillante, conmovedor y divertido melodrama que conjuga con singular maestría las lágrimas con las risas, las raíces más profundas del arte dramático con las propuestas más osadas de la modernidad.
El hijo de Manuela muere trágicamente cuando intenta conseguir un autógrafo de la actriz Huma Rojo. Abatida, Manuela viaja a Barcelona para reencontrarse con el padre y, de paso, recuperar parte de su pasado.
Comentarios: (Texto escrito por Pedro Almodóvar. AVISO: Para quien no la haya visto, en él, el director cuenta la película.)
Manuela huye. Huye siempre en tren, atravesando túneles interminables.
Primero huye de Barcelona a Madrid. Dieciocho años después, huye de Madrid a Barcelona. Y pocos meses más tarde, de nuevo hace el trayecto Barcelona-Madrid, huyendo.
Todas sus huidas están marcadas por algún tipo de Esteban. En la primera huida llevaba a Esteban-Hijo dentro de sí, en sus entrañas. Manuela huía del padre, que también se llamaba Esteban (Esteban-Padre), aunque hacía tiempo que nadie le llamaba así.
En la segunda huida, Esteban-Hijo la acompaña en forma de foto y cuaderno de notas. Murió en un accidente. En esta ocasión Manuela va vagamente en busca de Esteban-Padre, para comunicarle la muerte de su hijo. Esteban-Padre no conoce la existencia de aquel hijo, porque Manuela nunca se lo dijo. Cuando supo que estaba embarazada, simplemente huyó del padre, y no ha vuelto a verlo.
Manuela no había vuelto a Barcelona. Barcelona es el territorio del padre. Y Madrid el del hijo. Y en la política emocional de Manuela, ambas ciudades son irreconciliables e incompatibles.
Cuando Esteban-Hijo preguntaba por el padre, Manuela siempre respondía con evasivas. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Hay un modo de decirle a un hijo que la persona que le engendró, su padre biológico, tiene unas tetas mayores que las de su madre, y que la última vez que lo vio se hacía llamar Lola y que, incluso ella, su mujer, ya hacía tiempo que no le llamaba Esteban?
Puede que exista una manera de explicar todo eso a un niño, pero Manuela no supo encontrarla. Y tantos años de silencio le pesan como un crimen sobre la conciencia.
Manuela se condena a sí misma a buscar a Lola, el padre de Esteban. Y esta condena la salva. Necesita huir de Madrid. Madrid representa al hijo, es la ciudad que vio nacer, vivir y morir a Esteban. Una ciudad demasiado grande y demasiado vacía.
Manuela vagabundea por las calles del Borne, por el barrio gótico, por la Plaza Real... A veces se detiene y contempla a la gente durmiendo en la calle. No son mendigos, sino gente normal que está tan relajada que se deja vencer por el sueño. Amas de casa, gordas, sesteando, sentadas en el banco de una plaza sencilla. Hombres, que se han cansado de caminar. Jóvenes extenuados por dos días de fiesta ininterrumpida, bohemios internacionales cada vez de más tierna edad. Gente despatarrada y descalza, que endulzan la espera del hospital, dormidos sin pudor. Personas para las que el sueño ha vencido al miedo. Para Manuela es una sensación muy grata verles dormir. Tal vez ella también consiga recuperar el sueño.
Se alegra de haber vuelto a Barcelona. Por el día dormita, y por la noche sale en busca de Lola. Lola podría hallarse en cualquier lugar, Nápoles, Marsella o La Habana. Mar, vicio y manga ancha son las cualidades que Lola le exige a una ciudad para quedarse. Barcelona las tiene todas. Podría ser cualquiera de esas tres ciudades, además de ser Barcelona.
Al compás de un ritmo sonámbulo, Manuela encuentra personas (la Agrado, la hermana Rosa, Huma Rojo, el hijo de la hermana Rosa) y razones para quedarse. Después de algunos meses, encuentra también personas y razones para salir huyendo. Otra vez al tren, dirección Barcelona-Madrid, y con otro Esteban, el tercero, en los brazos, un bebé de pocos meses, al que Manuela se aferra y al que debe proteger de la hostilidad de su abuela. El niño es seropositivo y la abuela teme que la infecte sólo por arañarla. Y a los niños les gusta arañar. Es su modo de acariciar y tocar las cosas.
Dos años más tarde, el nuevo milenio acaba de empezar. El tercer Esteban ha negativizado de forma natural el virus y Manuela le lleva a un congreso en Can Rutí para que investiguen.
Así que Manuela vuelve a Barcelona con el tercer Esteban, sentado sobre sus rodillas. El niño rebosa salud y juguetea con un montón migajas de pan. De vez en cuando hace partícipe a Manuela del banquete.
Mientras le da miguitas, para que no se atragante, Manuela le explica al tercer Esteban la historia de sus fugas. El niño la escucha como si la entendiera. Ésta es la primera vez que no vengo huyendo a Barcelona.
Manuela le explica cómo fueron las tres veces anteriores. Le dice por qué se llama Esteban, quiénes fueron sus padres, cómo murieron y en qué circunstancias ella se convirtió en su única madre, teniendo que arrebatárselo a una abuela que no lo quería. Pero la abuela ha cambiado, vive en Barcelona y él tiene que quererla mucho.
Le explica también que antes de que él naciera, hubo otros dos estébanes. Uno fue su hijo, el segundo Esteban. Por un pudor absurdo, ¡ella le ocultó tantas cosas! Pero eso no volverá a ocurrir. A él le contará todo. Según vaya creciendo en tamaño y curiosidad, ninguna pregunta de las que le haga quedará sin respuesta. Manuela le promete responderlas todas, y si no sabe la respuesta, se la inventará.
Porque se me da muy bien improvisar.
Manuela sonríe y piensa que realmente la suya ha sido una vida extraordinaria.
Hubiera podido ser actriz, si hubiera querido. Pero mi única vocación ha sido cuidar de mis hijos. ¡Cuidarte a ti!
Estrecha al pequeño entre sus brazos, como para que no se olvide de lo último que acaba de decir.
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