martes, 12 de enero de 2016

Siento una perturbación en la fuerza

Siento una perturbación en la fuerza, por José Alfonso Rueda

Hace mucho tiempo, en una sesión cinematográfica muy muy lejana, tuve mi primer encuentro con Star Wars. Debía de ser allá por el año 1978 cuando “Una nueva esperanza”, el episodio IV de la saga, se estrenaba en mi pueblo y, acompañado por mi madre, fui a aquel vetusto teatro que a la vez hacía las veces de sala de proyecciones para, con la ilusión y la curiosidad que acompaña a la infancia, ver aquella película de ciencia ficción y naves espaciales de la que tanto se hablaba.
Debo suponer que mis expectativas quedaron satisfechas, pues mis recuerdos no llegan hasta esas edades. Lo que sí tengo claro es cómo me marcó ese film y los dos que le continuaron, “El imperio contraataca” y “El retorno del jedi”, en mi afición al cine en general y al género espacial y de aventuras en general.
Porque después de los años pasados y de numerosos revisionados de ese episodio IV, hasta sabérmelo casi de memoria, para mí sigue siendo una película de aventuras al más clásico estilo de Hollywood: un malo malísimo; un bueno joven e inocente que es arrojado a la lucha por las fuerzas del mal; un tipo aparentemente duro y cínico, de vuelta de casi todo, que acaba uniéndose a los buenos y quedándose, cómo no, con la chica; por supuesto, la chica, guapa y virginal, pero con carácter y en absoluto sumisa; y, no podían faltar, los secundarios simpáticos y graciosetes. Vamos, que si los rebeldes fueran vestidos de verde, cualquiera diría que nos encontrábamos en el bosque de Sherwood.
Buenos contra malos, luchas a espada, flechas láser, caballos que cabalgan a la velocidad de la luz…, esa simpleza clásica de las películas de aventuras que siempre me traen a la memoria las sobremesas de los sábados evoluciona en los episodios V y VI. Los personajes se hacen más complejos, más interesantes y profundos y menos encasillados como buenos o malos. La frontera entre el bien y el mal se torna más difusa, comenzamos a distinguir los matices de la fuerza, a empatizar con el lado oscuro y a entender a Darth Vader. ¿Quién no dudaría como él? La luz es aburrida y monótona; el reverso tenebroso es más divertido y diverso pero le enfrenta a su familia.
Casi 20 años después, George Lucas decidió continuar la saga con una nueva trilogía. Al igual que muchos seguidores de Star Wars, cuan Darth Vader cinéfilo, la duda me invadía: ¿serían sólo unas secuelas insulsas para sacar dinero o volveríamos a disfrutar con nuevas obras maestras del séptimo arte? No puedo negar mi decepción cuando vi “La amenaza fantasma”. Esperaba mucho más. Aún así, conocer el origen de los personajes y hechos narrados en los episodios IV, V y VI me bastaba para esperar con ansia los estrenos que faltaban. “El ataque de los clones” mitigó mi decepción y “La venganza de los Sith” la eliminó. Sin llegar al nivel cinematográfico de la primera trilogía, esta segunda acababa salvando los muebles y nos hacía saber el motivo de la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader.
Han pasado 10 años desde entonces y, de nuevo, Lucas retoma su gallina de los huevos de oro con otra trilogía. En lugar de precuela, secuela; en vez de conocer los orígenes, saber las consecuencias. “El despertar de la fuerza” nos devuelve a algunos de los antiguos personajes, nos presenta a una nueva generación de buenos y malos, nos trae un nuevo y renacido imperio oscuro y maligno. Hay aciertos y lagunas, decepciones y sorpresas, alegrías y tristezas… pero, sobre todo, vuelve a haber una perturbación en la fuerza. La siento y es poderosa.

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