sábado, 16 de agosto de 2008

Luces de la ciudad

Un pobre vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una pobre chica ciega (Virginia Cherill) de la que se ha enamorado.
Para muchos la mejor de las grandes obras maestras de Chaplin. Un vagabundo hace amistad con una bella vendedora de flores ciega, desplegando con ella toda la amabilidad que el pobre hombre la puede dar. Tras salvar la vida a un multimillonario borracho, intentará usar esta nueva relación para ayudar a la joven todavía más, con el último fin de que se pueda operar de la vista. Chaplin -o lo que es lo mismo: el Cine- en su pleno y más conmovedor esplendor.
Una película que aúna desternillantes gags con una sensibilidad, un dominio de la poesía sin precedentes. La ostentación material es el objetivo de la despiadada crítica del autor en éste momento, para contarnos una de las más hermosas historias de amor de la historia del cine. La escena del encuentro entre el vagabundo y la florista, así como el final, son dos de las cosas más grandes que el cine nunca nos haya dado.

1 comentario:

elhijodecronos dijo...

QUE SE PUEDE DECIR DEL ARTISTA MÁS UNIVERSAL QUE HA DADO EL CINE, SALVO QUE FUE UN GENIO. SUS PELÍCULAS SON TESTIMONIO DE COMO PARA EXPRESAR LOS SENTIMIENTOS, A VECES SOBRAN LAS PALABRAS. MI FAVORITA (TODAS LO SON) SERÍA "LUCES DE CIUDAD"