lunes, 25 de agosto de 2008

Frankenstein

En 1931 la Universal también llevó a la gran pantalla a otro mito del cine de terror, Frankenstein o el nuevo Prometeo, adaptación de la novela gótica de Mary Shelley. Las similitudes con el caso de Drácula son muchas: adaptaciones de éxitos literarios de finales del XIX y de su correspondiente versión teatral, producción de Carl Laemmle (el visionario y pionero magnate de la Universal), dirección de artesanos, profesionales y poco reconocidos realizadores curtidos en el cine mudo (Tod Browning en un caso y James Whale en éste), protagonismo de absolutos desconocidos que saltaron al estrellato tras dar vida a estos personajes (Bela Lugosi y Boris Karloff), creación de las bases de un género cinematográfico, la reflexión sobre la vida más allá de la muerte,...
En el caso de Frankenstein, eso sí, el trasfondo que subyace tras el argumento es menos esotérico, etéreo y mitológico; la película nos hace pensar sobre la capacidad del ser humano y de los avances tecnológicos y científicos para sustituir a la naturaleza (en concreto, para crear vida), sobre los peligros de los excesos y las locuras a los que ello puede llevar, y sobre el miedo a lo desconocido.
Pero en definitiva, y además de todo esto, una excelente película desde el punto de vista cinematográfico en todos los aspectos: técnicos, argumentales, filosóficos, interpretativos o históricos que hacen de Frankenstein una recomendación insustituible que no se puede dejar de ver bajo ninguna circunstancia.
A continuación, también ese documento histórico que es el tráiler original americano de la película.

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