Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad. Mientras la policía sigue su frenética y desesperada búsqueda, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa, los líderes del hampa, encendidos por las redadas contra ellos, deciden encontrar al asesino ellos mismos.
Cuando la industria del cine estadounidense sostenía que la llegada del cine sonoro únicamente servía para adaptar obras de teatro y realizar musicales M, el vampiro de Düsseldorf fue un bofetón en la cara. En el continente de las ideas, Hitchkock comenzaba a destacar así como Buñuel, Gance o Vigo y por supuesto, Fritz Lang. Para Hollywood un film como aquel no era viable, hasta que lo vieron, claro.
Lang la estructuró en tres partes. La primera se encarga de mostrarnos al asesino y sus consecuencias. En la segunda el espectador asiste a la competencia desatada entre las fuerzas del orden -criticadas por su falta de resultados- y los bajos fondos -hostigados por la policía en su busqueda del asesino- para llegar al mismo fin pero con diferentes métodos. Y en la tercera -la más sobrecogedora- una caza al hombre sin cuartel.
Fritz Lang consiguió con M, el vampiro de Düsseldorf dibujar el perfil de sicópata que más tarde seguirían todos sus colegas con los matices correspondientes a cada caso. En la escena final, Peter Lorre encoge el corazón de cualquier espectador con su monólogo final, consiguiendo un cierto grado de empatía con el público, caso éste muy difícil de conseguir por un actor y solo al alcance de los genios de la interpretación. Un crítico de cine definió el rostro de Lorre en El Halcón Maltés como el más extraño y desasosegante de la Historia del Cine. En M, también se podría decir lo mismo del actor.
Destacar también la actuación del jefe de los bajos fondos así como su atuendo y su aire marcial, ácida crítica de Lang hacia el nazismo que se les venía encima. El único pero es un contrapicado de tres segundos en el que se ve al comisario espatarrado en una silla y marcando paquete. Demasiado. Final épico y vanguardista.
La película que jamás aprobarían los de la LIGA ANTI TABACO.
Una delicia visual y sonora que cautiva y emociona a partes iguales.
"¿Quiénes sois vosotros para juzgarme a mí?"
Fuente: FilmAffinity
Maravillosa interpretación silbada de "En el salón del rey de la montaña", de la obra Peer Gynt de Edvard Grieg. Cuentan que fue el mismo Fritz Lang quien dobló a Peter Lorre en los silbidos en su primera película sonora y la penúltima que rodó en Alemania, allá por 1931. Podemos disfrutarlo en el fantástico tráiler que aparece a continuación.
Cuando la industria del cine estadounidense sostenía que la llegada del cine sonoro únicamente servía para adaptar obras de teatro y realizar musicales M, el vampiro de Düsseldorf fue un bofetón en la cara. En el continente de las ideas, Hitchkock comenzaba a destacar así como Buñuel, Gance o Vigo y por supuesto, Fritz Lang. Para Hollywood un film como aquel no era viable, hasta que lo vieron, claro.
Lang la estructuró en tres partes. La primera se encarga de mostrarnos al asesino y sus consecuencias. En la segunda el espectador asiste a la competencia desatada entre las fuerzas del orden -criticadas por su falta de resultados- y los bajos fondos -hostigados por la policía en su busqueda del asesino- para llegar al mismo fin pero con diferentes métodos. Y en la tercera -la más sobrecogedora- una caza al hombre sin cuartel.
Fritz Lang consiguió con M, el vampiro de Düsseldorf dibujar el perfil de sicópata que más tarde seguirían todos sus colegas con los matices correspondientes a cada caso. En la escena final, Peter Lorre encoge el corazón de cualquier espectador con su monólogo final, consiguiendo un cierto grado de empatía con el público, caso éste muy difícil de conseguir por un actor y solo al alcance de los genios de la interpretación. Un crítico de cine definió el rostro de Lorre en El Halcón Maltés como el más extraño y desasosegante de la Historia del Cine. En M, también se podría decir lo mismo del actor.
Destacar también la actuación del jefe de los bajos fondos así como su atuendo y su aire marcial, ácida crítica de Lang hacia el nazismo que se les venía encima. El único pero es un contrapicado de tres segundos en el que se ve al comisario espatarrado en una silla y marcando paquete. Demasiado. Final épico y vanguardista.
La película que jamás aprobarían los de la LIGA ANTI TABACO.
Una delicia visual y sonora que cautiva y emociona a partes iguales.
"¿Quiénes sois vosotros para juzgarme a mí?"
Fuente: FilmAffinity
Maravillosa interpretación silbada de "En el salón del rey de la montaña", de la obra Peer Gynt de Edvard Grieg. Cuentan que fue el mismo Fritz Lang quien dobló a Peter Lorre en los silbidos en su primera película sonora y la penúltima que rodó en Alemania, allá por 1931. Podemos disfrutarlo en el fantástico tráiler que aparece a continuación.
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